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Dejo marchar, con la fuerza de un corazón recuperado y abierto, aquello que me vivió con amor y desamor durante un largo tiempo.

Este dejar ir sabe a dulce tristeza y a gratitud, aceptación, libertad, reconocimiento, descanso y paz.

Parece que todo espera a que llegue su momento, el momento perfecto en el que lo dormido despierta, y lo despertado vibra con nuevos colores y formas, para tomar nuevos rumbos.

Hoy desperté y te dije adiós, como tantas otras veces en las que me vaciaba de ti, mas hoy llegó el momento perfecto.

Te dije adiós y se abrió un poderoso, enorme y presente silencio que cubrió todo. Quedé a solas con el corazón sin huecos, sin marcas, sin dolor.

Una lágrima cayó lentamente hasta el nuevo suelo que ahora me sostiene, y una sonrisa se dibujó en mi boca deseosa, miedosa, impaciente, soñadora.

Qué bien me siento, no sin ti, sinó conmigo completa y libre.

Hoy llegó a su fin el viaje sin ti.

 

 

 

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