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A veces siento la fatiga de mi Alma en el cuerpo y el corazón.
A veces quiero rendirme, tirarme al suelo y no levantarme más.
A veces siento una honda tristeza que me llora por todo el cuerpo y sólo quiero coleccionar lágrimas de la niña que fui y sufrió.
A veces busco a papá y no lo encuentro y me desespero porque su voz no me habla y sus brazos no me abrazan.
A veces camino en laberintos infinitos.
A veces me avergüenzo por todo esto.
A veces el miedo me paraliza ante tanta oscuridad.
Sí, a veces es así…

Y a veces siento en mi profundidad una pequeña luz y escucho tras de mí una voz de susurros suaves y delicados. La reconozco, es Ella, siempre es Ella…

Mi alma, conectada con el amor infinito y divino que soy, que todos somos, que está en todo. En la fatiga, en la tristeza, en la niña que llora, en el padre ausente, en el laberinto sin salida, en la vergüenza y en el miedo.
Es el amor con el que vine aquí.

Susurros que calman y dan aliento son escuchados y atendidos, y el corazón se abre a ritmos lentos como una flor iluminando toda esa oscuridad que durante largo tiempo me cegó.

Mi Alma dice:

Recuerda esta luz siempre que te pierdas entre mil pensamientos y mira el camino virgen que se abre ante ti.
Siente el temblor en tus piernas. Siente la belleza de la incertidumbre. Y siente tus pies sobre esta tierra que te sostiene con amor y fuerza, porque si las sientes es que están en ti. Cógelas y simplemente sigue tu camino a pesar del miedo, da un paso, un nuevo paso y avanza, crece, vive.

No esperes más a que llegue el momento soñado, porque al final ese momento es sólo un sueño que creó tu mente.
Ese momento en el que te ves completamente completa es un sueño que se escapa entre tus dedos cada vez que lo quieres agarrar.
Ese momento no llegará nunca, porqué todo ya ES en este momento. Eres completa aquí y ahora, no hay más, sólo dar el siguiente paso danzando al ritmo del latir de tu corazón.

Así que avanza, crece, experimenta, explora, ve hacia la vida, vive la vida. ¡No te demores más!.

Recuerda, todos los caminos te traen una enseñanza para crecer como una flor en medio de un desierto y renacer una y otra vez, cada vez más sabia, más despierta, más bella, más libre, más amorosa.

Todos los caminos son hermosos porque todos te llevan al corazón.

Y es así como avanzo cuando mis pies sienten el dolor de andar sobre estas piedras, cuando quiero caer para quedarme y no levantarme más de este suelo, cuando me pierdo en laberintos infinitos, cuando siento el miedo a ser, a estar, a amar, a vivir.

Y es así como avanzo poco a poco en este caminar que es la vida. Porque al final sé que en cada paso que doy, me lleno de mí y de ella. Y es entonces que siento su fluir.

Ya llegó el momento de andar descalza y libre, abierta y despierta, con los ojos atentos e inocentes, sostenida por esta tierra que ama y sólo ama, y recordando una vez más que, más allá del miedo, la inmensidad de este minúsculo espacio que ocupo en este mundo merece ser respetada, amada y vivida por mí, por ti.

Que la vida  está en cada paso que doy.
Que la vida nos la dieron para ser felices.

 

 

 

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