Ilustración Esther Sorribas …De pronto, algo golpeó suavemente mi corazón. Cerré los ojos y puse mi mano sobre él. Tuve la sensación que Alguien me venía a buscar.  “¿Eres tú, Tristeza?, ¿qué vienes a decirme?», pregunté…  “Está bien”, le dije, “te abro las puertas de mi corazón”. Y así es como empezó nuestro viaje…  

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