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© Esther Sorribas

Después de unos días de mucha introspección, de sentir un gran vacío al que doy espacio y cabida, al que me entrego y me dejo sentir intensamente; después de viajar decenas de veces de la cabeza al interior, del interior a la cabeza, de irme del miedo al corazón, una y otra vez; después de tocar hondo, de encerrarme y abrazarme… veo un pequeño rayo de luz que quizás me viene a buscar.

Siento que quiero ser yo misma.

Sin juicios, sin murallas, sin el otro, sin los otros, sin el mundo, sin pensamientos, sin ideas, sin interpretaciones, sin fantasías, sin murallas, sin miedos, sin dudas, sin certezas, sin máscaras, sin trampas, sin mente, sin pasado y sin futuro.

Siento deseos de lanzarme a ese Yo interior, entregarme por completo y bucear, nadar, sumergirme en esas aguas, y encontrar.

Allí es donde hoy quiero bailar, saltar, soltar, llorar, reir, callar, sentir, gritar, cantar, vivir…

Desde ese lugar, me daré al mundo.
Renaceré.
Pasearé tal y como soy.
Viviré  habitándome en mí.

Hoy empiezo a ser yo misma.

¿Qué piensas?